miércoles, 2 de mayo de 2007

I Confess


Es la segunda vez que voy a un Confesionario del Rojas. La primera fui medio de casualidad y no conocía a todos los que se confesaban. De todos modos, me pareció una propuesta bastante interesante. El viernes pasado volví pero, a diferencia de esa primera oportunidad, fui con plena consciencia y conocía a los dos confesos.
Uno de ellos era Daniel Link (y, permítanme exagerarlo: sí… ¡ay qué miedo!). Link es muchas cosas, entre otras el editor de la obra periodística y los diarios de Rodolfo Walsh (dos maravillas por las que uno debe estarle agradecido de por vida). También es (o al menos solía serlo, allá lejos y hace tiempo, cuando yo estaba en 1° año de la carrera) profesor de Comunicación en la UBA. Corría el año 99 y Link quería dispararle a las palomas que se acurrucaban en las vigas del aula 201 porque… bueno… los pobres animalitos se asentaban allí arriba y sus necesidades caían hacia todos los presentes. Y si bien, de esas clases, lo podría recordar por un millón de cosas (por las que también lo recuerdo), la primera que se me viene a la mente es esa: ese hombre, desesperado, blasfemando a las tiernas palomillas. En fin, su confesionario fue fantástico, por supuesto (y el texto se puede visitar en su archifamoso blog). El recuerdo de unos juguetes de la infancia, perdidos a raíz de los descuidos del tiempo, lo llevaron a confesar un acto de maldad y egoísmo tan calculado que el mismo marcó el fin de su niñez.
El otro presto a confesarse era Martín Piroyansky (¡¡¡sííííííí!!! Un actor que me re banco, ¿y qué? Si algún día veo en teatro algo mejor que esa maravilla que fue Kuala Lumpur, hablamos). Le ganó la timidez, o al menos esa fue la razón que esgrimió para elegir como método de confesión el del comic. Así que repartió una copia del mismo a cada uno de los presentes y lo leímos entre todos (él leía en voz alta, nosotros seguíamos con la mirada, obvio). El título era “La historia de mi sexualidad” y los contenidos, bastante obvios, o no tanto. Para reírse mucho mucho y esbozar algún que otro gesto de sorpresa. Digamos que esa noche “casi no pude dormir”… ¡pero sólo porque me fui a ver el último capítulo de Foto Bonaudi, por supuesto!
(Le dediqué más caracteres a Link que a Piroyansky, eso va primero a la lista de cosas a tratar si es que algún día hiciera terapia)

2 comentarios:

caja_de_zapatos dijo...

esto no lo habia visto.
Y, sí el comic de Piroyanski lo tengo super guardadito en el cajon y su relato en la memoria.
Me sorprende ese chico.

ajsoifer dijo...

No te sientas mal por lo que te pasó con Link: todos amamos a Ese hombre.
Se está convirtiendo en el objeto cultural más cool del momento.
Es algo así como cooltural.
Actualmente da la magnífica cátedra de Literatura del Siglo XX en la carrera de Letras.