sábado, 21 de julio de 2007

bruises that won't heal

Muerte y más muerte.

Muerte y más muerte.

No entiendo.

Muerte y más muerte.

La de otros.

No la mía.

Mi historia es un cuchillo.

lunes, 16 de julio de 2007

Is that my life is that what I'm here for?

Clementine

She heard a voice from so far away
It told her her mother had gone away
In the next room down the corridor
Her baby started to cry
Her whole life had just fell apart
There was nothing then the hurting started
In her heavy head on her knees she prayed
could somebody help her

Clementine
It was never meant to be this way
It was never meant to be this way
Clementine
It was never meant to be this way
it was never meant to be this way
If only I'd told you yesterday

Got in her car and she sped away
Into the floodlit street down by your way
As the sun rose by the morning dew
Well she returned in such a state
Her baby knew not what was going on
But it could tell from her tears that something was wrong with mum
Desperation let out its final scream
But our clementine didn't hear a damn thing

[REPEAT CHORUS]

Into the mirror she stared at herself
Asked is that my life is that what I'm here for
Her reflection chose not to respond
As she froze to the spot like a cold hard statue
And bathed in her tears she said her time was through

lunes, 25 de junio de 2007

Temporarily unavailable

mi historia es un cuchillo

domingo, 10 de junio de 2007

Tarrío Miyagi

Hoy le robo al blog de Súper (http://superlapelicula.blogspot.com/), pero ni siquiera me robo un post sino un comentario, que dice lo siguiente:

"lo peor que se puede hacer con un colectivo es esperarlo. así no llega nunca. hay que aflojar la mirada de la esquina, pequeño saltamontes."

Me mató. La sabiduría de la frase me dió vuelta la cara como una cachetada de Arnaldo André.

Yo siempre sostuve que este Tarrío es un genio.

(De paso, les promociono la nota que escribí sobre este blog y otros en http://www.alrededoresweb.com.ar/)

sábado, 9 de junio de 2007

Anabella Catrasca, la gorda catástrofe

Yo inspiré a Murphy.

Todo lo que me puede salir mal, siempre me sale peor.

Mátenme y acabemos con esta farsa.

jueves, 7 de junio de 2007

All farewells should be sudden


No tengo tiempo de escribir y, tal vez más que nada, no puedo hacerlo. No puedo en el sentido específico de afrontar la escritura de este texto.
Algún jueves a las 8 de la noche, allá por el 2000, me senté a mirar el primer capítulo de una serie. Yo por aquel entonces no sabía que iba a hablar de mí, a mí, por mí, para mí. Que iba a ser mía. Lo descubrí, claro, unos minutos después. Me enamoré (mucho, enfermizamente, del chico del jopo chocolate, la campera con el cuello levantado y el libro de Tom Wolfe en la mano, la cita a Hemingway siempre en la punta de la lengua). Me ví en esa pantalla infinidad de veces. El timing con Rory era siempre cronometrado: nos pasaba lo mismo en el mismo momento. Cada vez que creía que estaba loca, o había cosas que sólo me pasaban a mí, bastaba con sentarme el jueves a las 8 (o 9, pasó por los dos horarios) para saber que no estaba loca ni estaba sola. Me quise ver en Lorelai, una y otra vez; nunca lo logré. Ella siempre fue más que yo y todos los demás juntos.
La boluda llora!!!!!!!!!!!!!!! Termina una serie y la boluda llora!!!!!!!!! Aunque no tanto como en el capítulo de graduación de Chilton; no importa cuántas veces lo vea, cada vez que escucho el discurso lloro. Yo estoy ahí siempre. Y ellas están acá siempre.
Es una serie y la boluda llora.
Los que me conocen saben que es muchísimo más que una serie.
Me voy a seguir llorando en paz.


PD: El título del post es de la tapa del simple de History, de The Verve. Uno de mis temas favoritos, y siempre amé esa frase. Tanto que hice una fotocopia ampliada de la tapa y la pegué en mi habitación. Siempre me generó una sensación muy extraña, muy incierta... "all farewells should be sudden"... hasta algunos años después no supe que, en mi vida, all farewells would be sudden.

El colmo

Empecé teatro para no ir al psicólogo.

Y todos los miércoles en la clase de teatro me sugieren que vaya al psicólogo.

Típico.

Soy grossa.

Lo sé.

domingo, 3 de junio de 2007

Para Lanata que lo mira por TV


Acá una crítica al libro, que no está en la edición impresa: http://www.revistasudestada.com.ar/web06/article.php3?id_article=404


Y acá un fragmento de la nota de tapa, completa en la edición impresa: http://www.revistasudestada.com.ar/web06/article.php3?id_article=402


La historia que Lanata eligió no contarte.

sábado, 2 de junio de 2007

Cuestionario

Sábado a la noche. Llamé para cancelar mis entradas para Cancionero rojo, la obra de Lorena Vega con Lila Monti y Darío Levin por miedo a morir de una recaída en la gripe. Una cagada, porque era estreno y función de prensa. En fin, quedarán para el otro sábado -no el que viene, porque el que viene estrena Binetti y es el cumple de Marianita.
Entonces como me quedé en casa y acabo de enterarme que el lunes empiezo a trabajar como la gente normal que tiene un horario y un sueldo y esas cosas, me robé un cuestionario de un blog de Tantanian (cuando uno va a robar tiene que hacerlo con estilo) y me lo contesté. Porque ahora que voy a trabajar en algo para lo que no estudié, me pareció bueno alimentar la bipolaridad.

Preguntas

¿Qué desayunás?
Café o té (depende del estado estomacal) con galletitas dulces o facturas o torta.

¿Cuál es tu color preferido?
Gris o violeta o naranja o yoquésé.

¿Quién te lastimó?
La muerte (según el post anterior)

¿Qué te irrita?
A veces, todo. Yo misma.

¿Cuál es la estación del año que preferís?
Primavera.

¿Y la de subte?
Callao de la B… o Medrano.

¿Cuál es tu nombre?
Anabella.

¿En qué día de la semana naciste?
No lo sé.

¿Qué nombre te gustaría tener si fueras hombre?
Supuestamente iba a ser Javier Eduardo. Según otra historia, contada por la misma persona y de modo casi simultáneo, iba a ser Diego, por Maradona que, por entonces, jugaba el Mundial juvenil –y a quien yo no aguanto.

¿Qué flor te gusta?
No lo sé, no me gustan demasiado. A mí mamá le gustaban los jazmines.

¿Cómo definirías -en tres adjetivos- cómo te ven los demás?
Cerebral, loca, obsesiva.

¿Qué te da miedo?
Que las cosas cambien y/o se terminen.

¿Qué ciudad del mundo te gustaría conocer?
Montevideo (cáguense de risa)

¿Cómo se llama tu mejor amiga?
Opa!... ¿Campy?

¿Fuiste infiel alguna vez?
Jajajaja, ¡¿a quién?!

¿Tenés tatuajes?
No.

¿Qué te tatuarías?
No me gustan los tatuajes, son algo muy definitivo.

¿Le tenés rencor a alguien?
A la muerte (porque la mina, claramente, estaba obsesionada con el tema).

¿Qué cambiarías de tu vida si fueras al pasado?
Esa muerte.

¿Cuál es tu color favorito?
¿Otra vez? ¿Por qué?

¿Qué querías ser de chiquito cuando fueras grande?
Periodista.

¿Cuál es tu comida favorita?
Pizza.

¿A qué planeta viajarías?
Melmak.

¿Te detuvo la policía alguna vez?
No.

¿Qué enfermedad tuviste?
Todas.

¿Qué te da envidia?
La gente a la que todo le chupa un huevo. O la que es muy extrovertida y caradura. O los que saben mucho más que yo, que son bastantes. O a los que todavía la vida no los sacudió a machetazos. O los que pueden vivir de lo que les gusta. O los que son muy talentosos. En realidad, todo lo que acabo de decir no lo “envidio”, sino que lo “admiro”.

¿Extrañas a alguien?
A mi mamá.

¿Cuál es la persona más importante en tu vida?
Ella, y mi viejo.

¿Te drogaste alguna vez?
No.

¿Por qué?
Ni idea.

¿Cuál es la parte de tu cuerpo que más detestás?
Los cachetes… y la napia.

¿Qué hay debajo de tu cama?
Otra cama con un colchón con dibujos de bomberitos.

¿Crees que los demás te conocen?
No.

Si fueras un país, ¿cuál serías?
Inglaterra: fría, pero educada y correcta (y si fuera al psicólogo trataría esta respuesta, porque yo me odio y ese es el lugar que más me gusta)

¿Tenés un secreto que nunca le dijiste a nadie?
Puede ser, pero no es secreto.

¿Qué te hace llorar?
Todo.

¿Tenés miedo de morirte?
Obvio.

¿Qué te hace sentir triste?
Todo.

¿Existe algo que podrías hacer pero que no hacés y no sabés por qué?
Un millón de cosas.

¿Sos feliz?
Plenamente, lo dudo, y, al mismo tiempo, las cosas más pequeñas e insignificantes me llenan de felicidad, así que acá va un “ni”.

¿Cómo te llaman?
Anabella, Ann, Ana, Ani, Anita.

¿Te enamorás fácil?
No.

¿Sos fácil?
Menos.

¿Leés?
Mucho.

¿Cuándo y cómo?
Todo el tiempo. Sentada, acostada, parada, en casa, en el tren, en el subte.

¿Quién te mimó?
¿Mis mascotas?

¿Qué característica de la gente te resulta insoportable?
La hipocresía.

¿Cómo tomás el café?
Solo.

¿Sabés a qué hora naciste?
No.

¿A qué hora naciste?
Te acabo de decir que no lo sé.

¿Traerías un hijo al mundo?
Capaz, pero estoy a años luz de eso.

¿Creés en Dios?
No.

¿Leíste la Biblia alguna vez?
No.

¿Te arrepentís?
¿De qué, de no leer la Biblia?

¿Te irías del país?
Te digo que sí y, al mismo tiempo, no puedo irme del barrio.

¿Por qué?
¿Por qué me iría o por qué no puedo irme?

¿Qué te produce el llanto de otra persona?
Incomodidad, por impotencia.

...

Ser feliz hasta los 23 no está nada mal. Conocer la paz, la mansa alegría de una cotidianidad llena de sonrisas y despreocupación. El sosiego de la inquebrantable presencia del pilar que te sostiene. Esa cosa que mi Noel dio en llamar wonderwall. Reír –o no. Pasar el tiempo. Saber que hay alguien que te conoce de veras, te quiere de veras, te espera de veras cada mañana, cada noche, cada día. Volver a casa y que ese lugar sea un templo de armonía. Mirar una película al son de la música de las mandíbulas masticando pochoclo de microondas, chocolate, gomitas. Compartir todo y compartir los guiños. Chistes para entendidos que alguien entienda (imposible empezar a correr sin disparar un “Corre, Forrest, corre”). Ser feliz. Incluso sin darse cuenta. Uno se acostumbra a la armonía y la da por sentada hasta que algo viene a quebrarla.
Hay quienes escriben con valentía sobre la muerte. Con curiosidad. Con provocación. Con respeto. Hay un consenso en creer que es imposible conocerla, verle la cara, porque una vez que lo hacemos no volvemos. Algo de verdad hay. Aunque yo le veo la cara todos los días. La muerte se presenta ante nosotros no sólo cuando viene a buscarnos. No sé cómo será morirse uno, irse, partir, y no estar más acá (acá, atrás del teclado de la computadora). Pero sé cómo es cuando se mueren las personas que querés. Y es morirte un poco (demasiado). Morirte un poco ese día y un poco cada uno de los días que le siguen. Hasta que parece que ya no queda nada, te secaste del todo, estás acá (atrás de las teclas) pero en realidad no, o tal vez quien está no sos vos. No, claramente se trata de otra persona. Te buscás pero no podés encontrarte. Ya no queda nada de los otros 23 años. Todo es oscuro, árido, áspero, seco. No te odiás porque no tenés la fuerza. Odiás la muerte, eso sí. No la respetás ni la provocás ni te despierta curiosidad y mucho menos respeto. Te persigue, todos los días. Adquiere las formas más variadas, más asquerosas, más maléficas. Temés a lo que viene, no cuando te mueras vos (te cuesta pensar esa muerte), sino cuando la muerte sea la de los otros. Pero le temés aún más al prefacio de la muerte. Cuando el otro se te desliza entre los dedos y vos lo ves irse y no podés hacer nada por retenerlo. Es como si te clavaran puñales uno tras otro tras otro, hasta que es posible ver a través de los agujeros que recubren tu cuerpo.
Y uno quiere vivir todo, pronto, ahora, ya, no hay mañana, la luz se asoma por la ventana quiero salir y respirar el aire fresco y volar y crecer y sentir y hacer y mirar y oler y correr – quieroquelamuertenoimporte.
Quieroquesevayaborrarlahundirlamorderlahacerquemiresucarayseasquee.
Quiero sacarme la careta y ponerme una nueva. No quiero mostrar lo que hay adentro. No quiero incomodar a nadie. Quiero una careta nueva porque esta está gastada y ya se puede espiar para adentro. Quiero no sentir nada y que la piel se ponga dura y fuerte, llena de cayos que ya no duelan; una piel curtida por el sabor horrible del sinsabor (consabor) de la muerte.
Quiero una careta nueva y una piel nueva ahora. Antes que todos crean que estoy loca. O que todos puedan ver en mí todas mis muertes y se den cuenta que no estoy viva, que ya estoy muerta, que me morí un millón de veces.

lunes, 28 de mayo de 2007

El mundo contra mí

El mundo contra mí. La mina era gordita y estaba enamorada del amigo que era Pablo Rago (si mal no recuerdo). Una mierda. Pero seguro que me sentí identificada con la feucha enamorada del amigo que no la registraba. O sea, sí, amigos, reamigos si querés, pero sesualmente no te registro. La historia de mi vida. Igual, no iba a hablar de eso. Porque, al fin y al cabo, esa no es la única manera en la que el mundo está en contra mío. Y para muestra basta un amplio collar de botones.

Hace 15 días que me siento como el orto. No sirvo para nada. No puedo hacer nada. Todo empezó con 7-4 de presión, algo que no es del todo anormal en mí. Pensé que el dolor de cabeza, los mareos y el cansancio se debían a eso. Pero cuando no cesaban empecé a creer que la causa era otra. Como tengo bastante de Woody Allen, ya me veía en neurocirugía. Al intentar comprar Efortil y caer en la cuenta de que ya no se fabrica, el farmacéutico sugiere ver con urgencia un cardiólogo: la baja presión puede deberse a un problema cardiológico. El cardiólogo dice que en ese área todo está bien, y receta Total Magnesiano. Pero el insoportable y constante dolor de cabeza, cuello y espalda continúa. Entonces, a ver al clínico. Apoya un dedo en el hombro y dictamina que se trata de una contractura más grande que una casa. Derecho al consultorio de al lado, con el kinesiólogo, y a tomar diclofenac. Al día siguiente me siento una persona nueva. Felicidad feliz. Pero al otro día el diclofenac ataca el estómago y me siento fatal de nuevo. Además, me duele la garganta. A todo esto, el viernes (único día en que me sentí bien) intenté ver La Castidad, que terminaba en domingo: era feriado y estaba cerrado. El sábado, post shopping, un nuevo intento: había que esperar hasta las 15:40, no llegaba al kinesiólogo. Reservamos turno para el domingo. Sábado a la noche, cumpleaños de mi hermana en mi casa. Cocinando a cuatro manos. Para cuando se van ya tengo 37.5 de fiebre. Un rato más tarde son 39. Deliro. No sé muy bien cuáles habrán sido las candentes revelaciones. A la madrugada llegan de emergencias. Ibuprofeno, amoxidal, nebulizaciones. Claro, el cuello y la espalda iban a joder aún más con esto de la fiebre. Cuando la angustia de los 39 empieza a calmarse a fuerza de paños de agua helada, sólo puedo pensar en La Castidad. Nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Hay boludeces que se repiten de generación en generación y que al final son sabias. Nada que hacer. Me lo perdí y la concha de la prima de alguien que no me banque. Los amigos intentan calmarme con las mismas ofertas y sugerencias: “mirá Tatuado”, “el viernes vamos a ver Los mansos”. No sirve. Me perdí La castidad y lareconchadelalora.

Admito lo inadmisible y sigo adelante. Por lo menos ya no tengo fiebre y casi no me duele la garganta. Eso sí, ni un hilo de voz. Nada. Afónica 100 %. Grito por dentro.

Mi padre se ofrece a ir al videoclub. Le pido dos pero es domingo y no hay ninguna. Me apresto a ver Luna de Avellaneda por Volver. Sí, lo sé, acto kamikaze. Pensé que renegar un rato con la tele me iba a hacer bien. Pero no fue así. Para empezar, no se escuchaba nada, y de lo que se escuchaba no se entendía. Al fin y al cabo, mejor. Total, para las boludeces que decían. No le deseo la muerte a Campanella, porque eso no se hace, y tampoco es para tanto, pero por su propio bien y por el nuestro y por el del cine en general, le deseo un pronto retiro. Jubilación sin privilegios. A él, a Agresti, y a algún que otro nefasto del cine nacional. Nunca ví tanto sentido común y melodramatismo y mala sobreactuación y lugares comunes juntos. Ganas de vomitar. Empacho de cine horrible. Asco de celuloide desaprovechado. Lo más grave es que hay quien paga por ver esto. ¿Y le gusta? En fin, terrible.

Sigo pensando en La Castidad. Y en las 3 notas que tengo que escribir. En el bajón que fue ver 4.48 psicosis. No porque fuera mala, sino porque es muy fuerte, muy pesada, muy jodida, muy dolorosa, muy de ponerte en contacto con tus peores demonios. Y ahora tengo que escribir algo. Seguro me sale fatal (me salió fatal). Prefiero ir al teatro a divertirme (bendita sea Kuala Lumpur), o a hacerme mierda pero relajándome mientras tanto (bienvenidos sean los ajustes y desajustes de los nudos en Los mansos -¡aguante el toshka-toshka sapitaia!). Ajustar y ajustar y ajustar solamente atenta contra mi frágil sanidad mental. Sobre todo un viernes a la noche y mediando entre dos enfermedades.

Ahora estoy en reposo. Miro mi primer temporada de Gilmore Girls (¡¿qué mierda esperan para editar las otras?!) e intento escribir todas las notas que debo. Me duele un poco el cuello. Pienso en que estoy enferma y todavía no me mandé ninguna cagada. Debería declararle intrincadamente mi amor por mail a algún amigo. Lo digo para que el relato sea cíclico, pero también porque es algo que he hecho estando enferma. Amigo mío, te quiero tanto. Después no entiende si me adelanté al 20 de julio o si en realidad le quise tirar un palo. No soy clara ni siquiera para eso. Odio tener mi Pablito Rago. El mundo contra mí.

sábado, 26 de mayo de 2007

Amor de película


"La idea que un espectador medio tiene acerca de cómo son y cómo actúan una multitud de tipos humanos, está conformada, no por una experiencia directa o personal sino, poco a poco, por la imagen que de ellos presenta la pantalla. La mayoría de los espectadores jamás ha frecuentado a hombres de ciencia o millonarios, exploradores o actrices, ladrones o agentes secretos, pero la imagen que de ellos recibe va configurando un seudoconocimiento que hace de ellos ejemplos distorsionados de la realidad.

Más aún, el concepto que mucha gente se hace acerca de aspectos elementales de la vida de cada uno, como el amor o la conducta de los enamorados, puede gestarse en la visión -y asimilación- de decenas y decenas de romances prefabricados por guionistas y directores que procuran el mayor entretenimiento posible a sus historias, aunque éstas guarden poca o ninguna relación con la realidad. Estas presentan, además, protagonistas cuyo atractivo físico, desenvoltura, ostentación, y hasta capacidad erótica, establecen modelos difíciles de reconocer en la mujer y el hombre comunes."

Simón Feldman, El cine: cara y ceca, 1984 (mesa de saldos de Ediciones de la Flor)


Como le decía Rosie O'Donnell a Meg Ryan en Sintonía de amor: "you don't wanna be in love, you wanna be in love in a movie".


El que no lo quiera, que tire la primera piedra.


Yo quiero enamorarme en Before Sunrise.


Y volver a enamorarme en Before Sunset.


Nina Simone incluida.




PD: la imagen corresponde a Before Sunset, el momento en el que Celine abraza Jesse y le dice "I want to see if you stay together or if you disolve into molecules".

lunes, 21 de mayo de 2007

Vergüenza


Hay un temita que me tiene un poco indignada hace unos cuantos días. El punto es que no tuve tiempo de escribir al respecto, y ahora tampoco lo tengo, así que no voy a poder despotricar tanto como querría, pero por lo menos voy a darme el gusto de descargar un rato.

Resulta que Jorge Lanata sacó un librito que se llama Muertos de amor, e intenta ser una suerte de non-fiction novel sobre el EGP y Jorge Ricardo Masetti. Todos sabemos quién fue Masetti, ¿no? Si no lo saben, deberían, ¡caramba! (para más data: http://www.alrededoresweb.com.ar/notas/masetti.htm)

Masetti viajó a Cuba para entrevistar a Fidel y al Che en Sierra Maestra, poco antes del triunfo de la revolución. A esa aventura Rodolfo Walsh la llamó “la mayor hazaña del periodismo argentino”. Allí entabló amistad con el Che quien, una vez ganada la revolución, lo llamó para estar al frente de la nueva agencia de noticias que se propondría contrarrestar el flujo unilateral de la información proveniente de las grandes potencias mundiales (y los intereses que abrigaban). Así nació Prensa Latina, una agencia que contó con colaboradores de la talla del mismo Walsh, Rogelio García Lupo o Gabriel García Márquez. Por conflictos dentro del gobierno revolucionario Masetti se separa de la agencia y viaja a Argelia. Con su amigo el Che abrigaban un sueño: expandir la revolución al resto de América Latina (la muerte los encontraría a los dos en el intento de llevar a cabo ese sueño). Así Masetti se convirtió en el Comandante Segundo, a cargo del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), que intentaba expandir sobre toda la Argentina el foco revolucionario que comenzaba a gestar en la selva salteña. Allí muere, y su cuerpo se funde en esa tierra a la que él quiso liberar.

Perdón por la simplificación, pero la historia fue más o menos así (lectura recomendada –a todos, también a Lanata- Los que luchan y los que lloran, crónica del primer viaje a Cuba de Masetti).

Ahora Jorgito decide contarnos la historia en tono de novela, con extraños monólogos interiores incluidos, cosa de no privarnos de nada. A ver… ¿de qué más no nos priva? De una mirada subjetiva y reaccionaria (si no recuerdo mal –y es probable que recuerde mal- una vez lo escuché decir que él tipea con tan sólo uno o dos dedos; sin lugar a dudas, los dedos que utilizó para tipear esta historia correspondían a su mano derecha); de una historia contada a medias (contar a medias también es mentir, Jorgito, sobre todo cuando se hace intencional y premeditadamente); de guerrilleros alucinados y dictatoriales, homofóbicos y asesinos.

Jorge nos cuenta una historia parcial, escrita con mala fe, ajena al espíritu de la época que relata. Jorge no sabe lo que dice y si lo sabe está trabajando no sólo para el conventillo mediático, para el sacudón estúpido y vacío, para llenarse los bolsillos de guita, sino también para todos aquellos que piensan que Revolución es una mala palabra, que temen tanto que la lánguida llama algún día vuelva a encenderse que hacen todo lo que está a su alcance para extinguirla definitivamente. Quiere confundir y meter miedo. Quiere que sea imposible pensar en un mundo distinto. O tal vez sólo quiere tener un best-seller… pero para el caso se podría haber metido con otro tema.

Tengo ganas de dejarles algunos de los fragmentos más infames (esos que los plantean como prepotentes asesinos a sangre fría, homofóbicos impertinentes alucinados con una revolución teórica e imposible), pero no tengo tiempo para tipear. Les sugiero que lo lean pero no lo compren, intenten hacerse de él de algún modo. No vale la pena darle guita.

Como si fuera poco, en el libro Jorgito hace uso del deleznable “cortar y pegar”, asquerosamente reprochable en periodismo pero hasta el momento (al menos para mí) impensable en la literatura. Para muestra basta un botón: http://www.fullaventura.com.ar/eqmilitar/nota104116.asp. Si llegan a la descripción del FUSIL AUTOMATICO LIVIANO FAL 50-00 CAL. 7,62 x 51 mm OTAN (.308) se darán cuenta que la copia es literal, textual, palabra por palabra. Lo mismo sucede con otros cuantos pasajes. ¡Pensar que yo me indigno cuando sucede en ámbitos totalmente no profesionales!

Justo un día antes de comprar el libro había estado releyendo un texto autobiográfico de la primera clase del primer año de la carrera: en él rescataba a Lanata como una figura que se destacaba entre el resto del periodismo. Pasaron ocho años. No sé si es él o soy yo, pero ya no somos los mismos.

sábado, 19 de mayo de 2007

Sábado a la noche te paso a buscar...



Para los que se queden en casa hoy a la noche, por cable pasan dos películas de puta madre.

A las 22 hs. por Cinecanal "I love Huckabees", y a las 00:40 "Tarnation" por I-Sat (de esta escribí algo alguna vez hace muchísimo tiempo acá: http://www.alrededoresweb.com.ar/notas/familiaunida.htm).


Me encanta el cine independiente yanqui, sí, ¿y qué?


PD: Pasaron unas cuantas cosas en estos últimos días de bajísima presión que tengo ganas de recordarme a mí misma. Ya voy a hacerlo. (Antes de olvidármelas, espero)

lunes, 14 de mayo de 2007

Me enamoré (The Science Of Sleep - primera parte)


Hace exactamente tres semanas que tengo la película más mágica de (mínimo) el año y no la había visto. Lo más ridículo de todo es que la protagoniza la 8° maravilla del mundo. Pero bue, el punto es que acabo de verla. Gracias Xavi Pirata, gracias totales.

The Science Of Sleep es un viaje. De ida. Imposible que uno tenga ganas de volver. Es impecable. Es brillante. Te dan ganas de atravesar la pantalla y meterte en ese mundo. ¡Y lo más grave es que te hace pensar que es posible hacerlo! Si no me estrolé de lleno contra el aparato es simplemente porque no soy tan loca como todos ustedes sospechan (y como sé que parezco) y si bien me compré todo ese mundo y de ahora en más lo deseo fervientemente, al mismo tiempo sé que la pantalla es la pantalla y yo no puedo meterme en ella.

De todos modos: YO QUIERO UN VECINO ASÍ. Y sí, obvio, quiero un vecino que esté tan bueno como Gael García Bernal (un día voy a tener que decidir si la 8° maravilla del mundo es él o su redondísimo y perfecto culo, porque me refiero indistintamente de la misma manera a ambos – agrego: no podía faltar el plano de esa “maravilla”. No falta nunca. ¡Gracias Gondry por compartir tanta belleza con el resto de los mortales!). Pero además quiero un vecino con esa imaginación, con ese empuje, y así de loco. Que quiera armar un arca de vegetación y un mar de celofán y nubes de algodón y hacer una película con eso. Que haga caminar a un caballo de juguete. Que invente una máquina que juegue con el tiempo.

Y es muy tarde y coordino menos que nunca. Pero un mundo de teles y cámaras y autos de cartón y agua de celofán y manos que se agigantan y juguetes que cobran vida y máquinas de escribir hechas de tejido…

… quiero vivir ahí…

… si es con el Gael mejor…

(Hacía mucho que no me babeaba tan mal con el Gael. Ahora la llamo a Batty y le hablo muy babosamente de su culo –el de él, obvio- y la perturbo para siempre)

No sé si estoy extasiada por la calidad de las imágenes.

Conmovida por la originalidad y la esencia de la historia.

Enamorada de la película.

O total y completamente babosa por la 8° maravilla del mundo (ambas dos).

¡Pero vean esa película y opinen, por favor!

PD necesaria: Gael García Bernal me encanta porque es sencillamente el hombre más hermoso de la galaxia y sus alrededores, pero además, vale aclarar, me parece un excelente actor, uno de los mejores, uno de mis favoritos.

domingo, 13 de mayo de 2007

Mi historia es un cuchillo


Hagamos confesionario.

La verdad, hasta hace un año, yo no iba mucho al teatro. Un par de veces al año. Por lo general a puestas de obras de Oscar Wilde. Y sólo por Wilde. Un día, hace más o menos un año, fui a ver Los mansos. Después fui a ver un par más. Y después me dí cuenta que yo siempre amé el cine, y lo que más amé siempre del cine fue a los actores, y que el teatro eran los actores, ahí, derrochando su magia ante nuestros ojos, sin la mediación de la cámara, el montaje, ni nada. Y no paré más. Ahora voy al teatro prácticamente todos los fines de semana. Me fascina eso que se despliega delante de mis ojos y que no sé muy bien qué es, cómo sucede. Analítica como soy, antes quería desentrañarlo, ahora me fascina justamente porque sé que es algo que escapa completamente al raciocinio. Es algo que se te mete debajo de la piel y te hace cosquillas: te hace vibrar, te eleva, te emociona.

De todas esas obras que ví en este año, hay una a la que ví "algunas" veces más que al resto. Lo sabemos todos pero digámoslo: Los mansos, 6 (sí, sí, "mi nombre es Anabella y sos mansosadicta"). La primera vez quise analizar la estructura y la mar en coche. No. Eso no se hace. (Dicen que la primera vez nunca es buena). A partir de la segunda, me dejé llevar. Y viajé a la vez muy lejos y muy para adentro en cada una de las ocasiones. Descubriendo siempre algo nuevo en la obra y también en mí. Claro, ahora lo que me pasa es que cito fragmentos a mis amigos que aunque la hayan visto no entienden de qué hablo y me miran como si estuviera loca (¡cuando es taaan claro que no lo estoy!).

Estoy con intenciones de hacer una nota sobre blogs que registran el proceso de creación artística y, por esa razón, ando revisando el de Los mansos. Y me encontré con mi parte favorita de la obra, el monólogo de Nastasia. Se lo escuché muchas veces a María Inés Sancerni, y una a Mirta Bogdasarian. Me debo a Stella Galazzi, porque este año aún no fui a verla (y no aguanto más... que me voy el viernes eeeehhhh!!!!). Leerlo no tiene la misma fuerza que escuchárselo a ellas dentro del contexto de la obra, pero igual me parece algo hermoso para compartir.

Y ahí les va:

Cuando nací la nena se había muerto. Y yo nací porque ella se murió. La nena era hija de mis padres. La primera. Murió agarradita de los fierros de los médicos. Fórceps. La cabecita aplastada y el cuerpito menudito, menudito. La enterraron en el jardín: cerca del rosal. El cuerpito de la nena hizo crecer el rosal. Tenía forma de fórceps el rosal.


Pausa.


El hombre que amé se fue abriéndose la cabeza de un tiro: manchó los libros con su sangre. Me despedí para siempre del amor cuando aquel tiro estalló en la cavidad de su boca. La boca que yo besé. El hombre que amé se llamaba León.


Pausa.


Cuando supe del amor, el destino me dio la furia y la sangre de León. Fui mansa. Hasta aquel beso que reventó en mi boca.


Pausa.


Muerte y más muerte.


Pausa.


Muerte y más muerte.


Pausa.


No entiendo.


Pausa.


Muerte y más muerte.


Pausa.


Las de otros.No la mía.


Pausa.


Mi historia es un cuchillo.


Silencio largo.


Esto está escrito por Alejandro Tantanian. Es de Los mansos. La pueden ver todos los viernes a las 23:30 en El Camarín de las Musas. Lo tomé prestado de su blog: http://losmansos.blogspot.com/

lunes, 7 de mayo de 2007

No te olvides del placer

Y me había olvidado.
Me dí cuenta hace un par de días. Ya no me aguantaba más (a mí), estaba sobrecargada de cosas, histérica, insoportable, y me dí cuenta que el problema es que me estaba tomando todo como una obligación.
Y la única cosa que me hacía feliz era la que hacía por puro placer y diversión, sin esperar nada de ella, sin aspirar a aprender ni superarme a partir de la experiencia: tan sólo disfrutar.
Antes disfrutaba de todo.
Tengo que volver a hacerlo, sino nada tiene sentido.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Boquitas pintadas


El sábado estrenó Dos minas, la nueva obra que protagoniza la sanguínea Valeria Lois. La pueden ver los sábados a las 23 y los domingos a las 20:30 en el Teatro Anfitrión, Venezuela 3340.
Mis comentarios de esa obra y de Los padres terribles los pueden leer entrando a: http://www.alrededoresweb.com.ar/.

I Confess


Es la segunda vez que voy a un Confesionario del Rojas. La primera fui medio de casualidad y no conocía a todos los que se confesaban. De todos modos, me pareció una propuesta bastante interesante. El viernes pasado volví pero, a diferencia de esa primera oportunidad, fui con plena consciencia y conocía a los dos confesos.
Uno de ellos era Daniel Link (y, permítanme exagerarlo: sí… ¡ay qué miedo!). Link es muchas cosas, entre otras el editor de la obra periodística y los diarios de Rodolfo Walsh (dos maravillas por las que uno debe estarle agradecido de por vida). También es (o al menos solía serlo, allá lejos y hace tiempo, cuando yo estaba en 1° año de la carrera) profesor de Comunicación en la UBA. Corría el año 99 y Link quería dispararle a las palomas que se acurrucaban en las vigas del aula 201 porque… bueno… los pobres animalitos se asentaban allí arriba y sus necesidades caían hacia todos los presentes. Y si bien, de esas clases, lo podría recordar por un millón de cosas (por las que también lo recuerdo), la primera que se me viene a la mente es esa: ese hombre, desesperado, blasfemando a las tiernas palomillas. En fin, su confesionario fue fantástico, por supuesto (y el texto se puede visitar en su archifamoso blog). El recuerdo de unos juguetes de la infancia, perdidos a raíz de los descuidos del tiempo, lo llevaron a confesar un acto de maldad y egoísmo tan calculado que el mismo marcó el fin de su niñez.
El otro presto a confesarse era Martín Piroyansky (¡¡¡sííííííí!!! Un actor que me re banco, ¿y qué? Si algún día veo en teatro algo mejor que esa maravilla que fue Kuala Lumpur, hablamos). Le ganó la timidez, o al menos esa fue la razón que esgrimió para elegir como método de confesión el del comic. Así que repartió una copia del mismo a cada uno de los presentes y lo leímos entre todos (él leía en voz alta, nosotros seguíamos con la mirada, obvio). El título era “La historia de mi sexualidad” y los contenidos, bastante obvios, o no tanto. Para reírse mucho mucho y esbozar algún que otro gesto de sorpresa. Digamos que esa noche “casi no pude dormir”… ¡pero sólo porque me fui a ver el último capítulo de Foto Bonaudi, por supuesto!
(Le dediqué más caracteres a Link que a Piroyansky, eso va primero a la lista de cosas a tratar si es que algún día hiciera terapia)

¿Sensibilidad pop o cine estrellado?


Cuando Marianita viene a casa reincidimos siempre en el mismo acto kamikaze: vemos una vez más ese desastre cinematográfico “intitulado” Como un avión estrellado. Pido disculpas si es necesario, pero no me banco el cine de Ezequiel Acuña, ni que Santiago Pedrero siga haciendo de adolescente a los 30, ni la actuación de Nacho Rogers (o, en todo caso, él será un excelente actor y al que no me banco es a su personaje). El punto es que gracias a las obsesiones de Marianita debemos ser las personas que más veces hemos visto esta película. Y cada vez me gusta menos: esa sensibilidad pop palermitana, ese conjunto de videoclips cool que sumados van conformando el film; ya entendí que los chicos ricos también pueden estar tristes (igual que Barbie), pero me cuesta horrores relacionarme con su tristeza.

En fin, lo lindo de ver esta peli con Marianita es que imita a Rogers a la perfección y nos reímos sobremanera (así como también nos causa mucha gracia cómo habla la Luchi, o el cambiante tamaño de Arturo –interpretado por un conejo pequeñito en interiores y uno más grande y capaz de bancarse el cruento frío invernal en exteriores-).
Lo más grave es que cada vez que la vemos hay que volver a alquilarla y en el videoclub ya me miran como si estuviera loca (debo ser la única persona en todo Longchamps que alquila Como un avión…).

jueves, 26 de abril de 2007

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia


Si para algo sirve Lucro cesante es para brindarnos un poco de tranquilidad: no somos las únicas que nos vemos sumidas en un grupo de amigas bien freaks y losers.
Amanda, Samantha y Wanda se van juntas de vacaciones a la costa. Dos se conocen desde siempre, la otra es compañera de trabajo de una de ellas. Perdedoras hasta decir basta, enfermas, inaguantables, cada una con sus tics, idiosincrasias y obsesiones: la convivencia comienza a tornarse insoportable.
La trola, la santa y la que quiere estar de un lado pero lentamente se pasa para el otro. La “superada” que se obsesiona con un chico que le dio bola pero sólo para pasar el rato. La que se reinventa por fuera en un intento desesperado de cambiar por dentro. La que pone el grito en el cielo ante el menor quiebre de su ordenado sistema de ideas y pensamientos.
Julieta Zylberberg, Violeta Urtizberea y Luciana Lifschitz están fantásticas. Sus actuaciones se complementan a la perfección generando un coro afinado e hilarante (y esto deja de ser metafórico cuando los tres personajes estallan en un apasionado canto).
Vale la pena verla para divertirse un rato y para darse cuenta que una no está tan sola y que lo patético de nuestra existencia es, tal vez, irremediable.
¡Y corran, porque sólo hay tiempo hasta el sábado 5!

* Lucro cesante se puede ver los sábados 28 de abril y 5 de mayo a las 23:30 en el Abasto Social Club, Humahuaca 3649.

miércoles, 25 de abril de 2007

Desborde, desenfado, desenfreno


Ayer fui a ver Los padres terribles.

Y ¡guau!, la distancia con Los mansos es garrafal. Al nivel de las emociones me refiero: el Camarín es tan chiquito y tan cálido y uno está tan ahí encima, en medio de todo, y lo que pasa es tan fuerte y tan pesado que uno -yo al menos- sale siempre medio aturdido, no importa cuántas veces haya ido a verla previamente. El Cubo es gigante y el escenario es "de en serio" y los actores están lejos y desde una extravagante ironía se mueren porque nos ríamos (y lo consiguen a cada momento).

Para mi sorpresa: ¡había más gente en la obra, che! ¡Posta, boludo! Era como decían las malas lenguas. Por ejemplo, estaba Mirta Busnelli, que la rompe. Grossa mal, el escenario es suyo. Y están Machín y Frenkel y Alché, geniales todos ellos. Y bueno, claro, también está él (él es Nahuel Pérez Biscayart, aclaro, como si hiciera falta). ¿Qué quieren que les diga? Me mandé una descripción de su labor en la obra de la puta madre en el comentario que vamos a publicar en Alrededores (http://www.alrededoresweb.com.ar/), así que van a tener que esperar al 1° de mayo para leerlo. Sólo les adelantaré que contiene palabras clave como: "agitación", "220 voltios" y "esencia keatoniana". Si quieren saber más lean.

Y como no voy a escribir dos veces lo mismo, los dejo con un ínfimo fragmento de lo que van a poder leer pronto en la revista:

"Hoy nadie pensaría que Los padres terribles es inmoral y, sin embargo, la arriesgada puesta de Alejandra Ciurlanti mantiene el espíritu que en su momento quiso otorgarle Cocteau. Por fuera de las fórmulas tradicionales, Ciurlanti busca lo inédito, sacude con el desenfado de un jazz el anquilosamiento de la escena más convencional. Se juega el todo por el todo en una propuesta que le escapa a los casilleros, que se mueve, ágil e inquieta, por diversos tonos y registros. Para esto cuenta con una ayuda incalculable: un grupo de actores sumamente versátil y talentoso, que la sigue con fidelidad por esos pasillos inciertos que traza su puesta."

*Más, muy pronto, en http://www.alrededoresweb.com.ar/ (jajajaja! ni que fuéramos Harry Potter con tanto adelanto!!!! además, esto sólo lo leen 2 gatos locos que ya leyeron lo que escribí!!!!!)

martes, 24 de abril de 2007

Yo estoy al derecho, dado vuelta estás vos

Las cosas más insólitas –pero las más insólitas posta- están sucediendo a mi alrededor. También eran previsibles, por supuesto, pero a uno cada tanto le agarra un arranque de optimismo y piensa que no, no, nada de eso va a suceder.

De tan trágicas, son graciosas, aunque en este instante no encuentro música que me saque de este estado. Lo probé todo: noventoso bizarro, música de cuando éramos tan jóvenes (no me limité con probar con El Otro Yo, sino que le entré de lleno al Esencia de Ray), melanco, optimista, y nada, nada funciona. Sigo igual.

Probé escribir también, pero no sale. No fluye nada, estoy en un estado de estancamiento. Tan mal que ni siquiera puedo explicarlo.

Expresión de deseo

Quiero que todo me chupe un huevo.

domingo, 22 de abril de 2007

Foto Bonaudi + cortos Piroyansky





Todo comenzó el año pasado cuando, no recuerdo bien cómo ni porqué (creo que porque leí algo al respecto en una revistilla que levanté tras una función de Llanto de perro), se me ocurrió ir a ver Kuala Lumpur. Primero una vez. Después dos. Finalmente tres veces. Pero la primera ya me alcanzó para amar al Grupo Sanguíneo y a Gustavo Tarrío. Así que unos meses después –o más bien entre la segunda y la tercera reincidencia en Kuala…- fui a ver Salir lastimado (post). Y, sí señores, ya no cabían dudas, este Tarrío es un genio. Allí, en el Sarmiento, entre las jirafas y el elefante, me enteré de la existencia de algo que se llamaba Foto Bonaudi, y que se vinculaba con la obra porque el tal Bonaudi (Cristian) formaba parte de la misma y sacaba fotos durante la función (entre otros al público, y uno después sale de ahí y se ve escrachado como un boludo contento en su butaca). Contento digo porque Salir lastimado es una pieza fantástica. Pero bueno, es muy de madrugada y la onda era hablar de Foto Bonaudi. Que finalmente pude ver. Ayer. La primera y segunda parte. Hoy se pasó la tercera y la cuarta, pero un compromiso previo con Lucro Cesante me impidió verlas. El viernes que viene allí estaré para la quinta. Y el sábado sale una maratón con la serie completa.
Procedo a explicar un poco de qué viene Foto Bonaudi. Se trata de un documental sobre Foto Bonaudi que fue, durante mucho tiempo, la casa fotográfica más importante de Sunchales. Hoy los dueños originarios ya están muertos, y sólo uno de los descendientes –Cristian- continúa la herencia familiar. Como en toda familia, la plata es eje de desencuentros: algunos familiares quieren vender el negocio y hacerse de su parte, y otros están de acuerdo con que quede en manos de Cristian y siga funcionando. Ese es el conflicto del documental de Tarrío. Y sin embargo hay tanto más. Hay una sólida historia y unos entrevistados simpáticos y amenos, pero también hay una mirada inteligente de la cámara y un relato que se estructura de una manera apasionante y apasionada. Se respira en las imágenes el ritmo del pueblo chico, de las cosas viejas, de la herencia, de la casa familiar; la nostalgia de lo que ya no está y de lo que no se quiere perder (perder de nuevo, perder para siempre). Las fotografías tomadas por generaciones de Bonaudis son esenciales en la recreación de esta atmósfera. Son mágicas, perfectas; nos hacen viajar en el tiempo.
Es difícil hacer un documental que combine historia y poesía. Tarrío, en Foto Bonaudi, lo hace. Y eso no tiene precio. Hay imágenes perfectas que se quedan grabadas en la retina, como la del agua jabonosa fluyendo sobre las baldosas del patio. Y tantas otras.
En fin, Foto Bonaudi es excelente. Y se puede ver aún, el viernes y sábado que viene, a las 23 en El Cubo.

Allí mismo se puede ver una tríada de cortos de Martín Piroyansky que inventó (y lo cito) “un festival de cortos de Bélgica y filmé tres cortos. Los tres ganadores: uno de Estados Unidos, otro de Ucrania y otro argentino.” Y es, sencillamente, tan gracioso como suena. Al menos el primero de ellos, “Marijuana” que vi el viernes. Se trata de un corto apócrifo de un grupo de adictos recuperados en una granjita yanqui que se mandan con una propaganda contra el faso digna de las autoridades “competentes” en el área. Vedlo y cagadse de la risa; esa es la fórmula.


viernes, 20 de abril de 2007

Más sabiduría Urondo (y todavía me falta la mitad del libro)

Es difícil perder el tiempo
o ganarlo. Es difícil ser torpe. Tener ocasiones en la vida.
Hay que actuar con naturalidad, ser espotáneo,
estar muy loco o muy decidido.

(fragmento de "Escola do samba" - Paco Urondo)

Los padres terribles


Hoy estrenó "Los padres terribles", en el Cubo.

Yo recién la voy a ver el martes (sí, adivinaron, me carcome la ansiedad). Así que recién entonces voy a dar mi parecer.

¿El elenco?: ¡Nahuel Pérez Biscayart!... ah... y sí... dicen por ahí que también trabajan Mirta Busnelli, Luis Machín, Noemí Frenkel y María Alché.


Copio algo que encontré por ahí acerca de la génesis de esta obra de Jean Cocteau:


En 1938 Jean Cocteau escribió Los Padres Terribles para su amante de entonces, el actor Jean Marais, durante una prolongada sesión de opio de ocho días. El tratamiento irreverente de un tema taboo como el amor obsesivo entre una madre y su hijo, tomando las convenciones y cliches del vaudeville (infidelidad, adulterio, confusión de identidades) para crear una farsa feroz e hilarante, produjo la inmediata reacción del Consejo Municipal de París que procedió a cancelarla por inmoral inmediatamente después de su estreno, ese mismo año.

lunes, 16 de abril de 2007

Como bola sin manija

Finalmente hice de tripas corazón y desembolsé los 43 pesitos que me separaban de la "Obra poética" de Paco Urondo. Creo que no leía poesía -así, tanta, toda junta- desde que tenía 13, 14, 15 años y me embriagaba con los Inventarios. Por momentos siento que me cuesta decantarla, absorberla, hacerla mía, del todo, como en aquella época. Y otros momentos me sorprenden releyendo una y otra vez las mismas líneas hasta que descubro que este hombre, como antes aquel otro, dice un poco las cosas que me pasan, sólo que mejor que yo.

Les dejo una que me encantó y me viene (obvio, y se darán cuenta desde el mismo título) como anillo al dedo.

Como bola sin manija - Francisco Urondo

puedo ir para un lado
puedo ir para otro lado
encontrar estuarios pálidos cisnes quietos
buques mansos que como a las nubes
me llevan de un lado para otro lado

puedo dar con lugares apacibles
o sombras excitantes
la primera piel de una mujer
el aroma de una mujer el sonido de una fiesta
puedo beber de cierto cuidado y enfermarme levemente
y sentir en las sábanas el olor del sol

puedo llegar a tener suerte en el juego y en la vida
puedo cambiar de vida y de nombre
puedo peinarme de otra manera
y vestir como nunca lo hice

puedo sorprender
ser irascible o piadoso
comprensivo con las mujeres
o despiadado con sus increíbles sentimientos

puedo como antaño volver a enamorarme
puedo padecer por un vago recuerdo
o tirar todo por la borda
o no soportar la memoria

–hoy te he recordado vagamente–

puedo reír y cantardivertir a la gente
y esperar a que todos estén completamente locos
y ya no parezca tan divertido

puedo envejecer y enmudecer para siempre
y decir palabras sin mayor fundamento
puedo gozar de placeres fáciles y complicados

–eras alta antes de conocerte
y hoy no he recordado tu nombre
y pienso que otro día podré humillarlo–

puedo tener rasgos bondadosos
arranques de conmovedora caridad
puedo echarme a perdero tener más hijos como si ofreciera
el más estupendo y bonito de los mundos posibles

puedo ambicionar una amplia fortuna
hasta puedo trabajar o pensar en el as de oro
o seducir a una adolescente frágil-como-un-pétalo-de-agosto

puedo hacer viajes exóticos morder la espesura de un follaje
jugar mi vida por unos diamantes impuros
o por lánguidos ojos saturados de sabiduría

puedo emborracharme aquí o en el extranjero
y caer exhausto en la turgencia de un muslo
o en el filo de una dudosa alcantarilla

puedo investigar o escribir luminosos párrafos
que abrirían por sí el futuro
puedo ser un intelectual responsable o desaprensivo
firmar o no firmar traicionar o jugar a la lealtad

puedo ser adorado
puedo ser odiado
tener amantes
distintas en su belleza singulares en sus caprichos
o no tener a nadie
y no guardar un solo recuerdo

puedo rechazar la ternura
o mendigarla como hace unas horas
puedo vivir alternativas viejas o recientes
fáciles y peligrosas

puedo elegir mi destino
aunque no sepa darle forma adecuada
ni por dónde empezar

puedo imaginar el tiempo que desconozco
luchar por esa o por otra dulce aspiración
puedo olvidar

–hoy no he podido recordar tu nombre–

de la memoria puedo imaginar las interminables apuestas
y sus mañas de vieja tramposa
puedo no pensar en que distribuye los signos
de ese futuro tangible y ajeno

domingo, 15 de abril de 2007

Aniversario


Hoy hace un año que ví "Glue" por primera vez.


Y este año no me enamoré en el bafici.


Lo cual es muy triste.


Por eso recuerdo glorias pasadas.


Un aplauso para Alexis Dos Santos, que no sólo hizo esta película entrañable (que... ¿ya se estrenará?), sino que me dió una entrevista decente durante el bafici (cosa que este año no conseguí... alguien que se sentara calmo y con tiempo a hablar para una nota de unas cuantas páginas) y después me dió otra, porque sí.


Brindo por "Glue" y por toda la gente copada y hermosa que la hizo posible.


(se me piantó un lagrimón)

viernes, 6 de abril de 2007

Autoejecución


La única persona que me hace mal, soy yo misma.


No paro de lastimarme.


Salir lastimado...


es inevitable supongo, pero lo mío ya es un vicio.


(y sí, el dibujo es mío)

lunes, 2 de abril de 2007

¿y el "you and me and five bucks"?


Mi papá se queda dormido con la tele al máximo volumen sintonizada en los canales más insólitos. No sé qué canal es el afortunado esta noche, pero a mis oídos llega una canción. Una estrofa que me hace volver atrás en el tiempo:

Me puedo estimular con música y alcohol
Pero me excito más
Cuando es con vos
Siento todo irreal

“Cuando es con vos, siento todo irreal”… ¡Qué tiempos aquellos! Me acordé del bar y del café y de la cerveza. De todos los bares, de todos los cafés y de todas las cervezas. De todos esos momentos… tardes, noches, trasnoches… en las que una simple persona podía hacer que todo se sintiera irreal… cuando yo tenía mi “you and me and five bucks”. “Vos, yo, café, buena conversación”. Extraño eso, y no entiendo por qué tiene que ser algo del pasado. ¿Crecí? ¿Demasiado? ¿Me puse vieja?

A vos, a todos los vos (los dos vos), los perdí… en el tiempo…con el tiempo. Y creo que tal vez no serían capaces de volver a hacer que todo se sintiera irreal (estoy segura que no). Pero… ¿por qué no puedo encontrar un vos nuevo que haga que todo se sienta irreal? Otro bar, otro café, otra cerveza, otra conversación que me haga despegar.

Sí, puede ser que haya crecido. Al fin y al cabo el bar y el café y la cerveza y la conversación nunca me llevaron a ningún lado. Y, al mismo tiempo, me llevaron a tantos lugares, que no podría siquiera intentar, ahora, presurosa, recrear el recorrido.

Quiero.

Vos.

Yo.

Café.

Cerveza.

Buena conversación.

Creo…

Todavía creo…

domingo, 1 de abril de 2007

Querer

Quiero querer algo...

lógico...

y animarme...

jueves, 29 de marzo de 2007

Inquietud

Me inquieto.
Y lo detesto.
Lo más terrible es que no sé de dónde viene la inquietud.
Porqué surge.
A qué se refiere.

O, tal vez, lo peor de todo es que sí lo sé.
Y no lo acepto.
No puedo aceptarlo.

Me resisto.
De todos modos, aunque ese sea el punto de partida,
el fósforo que enciende la llama,
hay más.
Sé que hay más.

Fantasmas que se esconden detrás.
Que se asoman.
Primero tímidos, fugaces.
Después violentos, feroces.

Vienen a buscarme.
Buscan encontrarme.
¿Yo?
Les escapo.
Pero sé que es inútil.
Todo esfuerzo es vano.

Vienen por mí.

Saben dónde estoy.
Conocen las claves para atraparme.
Cada uno de los puntos débiles.
Cada temor.
Cada flaqueza.

Apuntan.
Golpean.
Reclaman gloria por lo que están haciendo.

Ya no sé dónde estoy.
Sólo me doy cuenta que no quiero estar más ahí.
No quiero volver a sentir eso.
(¿Inquietud era?)
Impulsos.
Vanos.
Reprimidos.
Entrecortados.

Angustia.

El cuerpo ya no siente.
Una voz me habla.
No logro reconocerla.

“Se terminó”, me dice.

No la comprendo.
No entiendo a qué se refiere.

“Se terminó”, repite.

Los párpados caen.
Pesadas persianas que se cierran.

La voz desliza en un susurro frío, seco, cerrado:
“Ya no sos nada”.

Y entonces…
el alivio.
Serenidad.
Tibieza.
La inquietud se fue.
Puede que al mismo lugar donde se fue mi alma.

Rodolfo


Fueron unos días especiales estos últimos, por un montón de cosas. Algunas de ellas tenían que ver con cuestiones de calendario. Siempre que llega marzo empieza a sentirse con inminencia la proximidad del 24 y el 25. Ese 25 este año era más especial que nunca. Se cumplían 30 años del asesinato de Rodolfo Walsh. Él es -los que me conocen lo saben- mi... no sé cómo ponerlo. No sé cómo expresarlo en palabras. Algo que jamás le hubiera ocurrido a él. Tal vez sea mi "eso", justamente, aquello que yo querría ser y nunca seré. Walsh es un modelo a seguir, aunque uno no sepa cómo hacerlo. Y que hoy no esté duele demasiado. No haberlo conocido. Que hagan 30 años que él está muerto y sólo 27 que yo estoy viva.

Una vez le dije a una amigo "Hay que filmar Esa mujer". Y lo que sigue es lo que acabo de escribirle:

Como siempre, como en todo, alguien me ganó de mano. Parece que corría el año 84, todo olía a democracia, y a canal 7 se le ocurrió hacer una adaptación para un unitario. No, Nahuel Pérez Biscayart todavía no había nacido, así que es Ricardito Darín el que se calza los lentes de amplios marcos e interroga "¿Dónde, coronel, dónde?".
Hay una nota al respecto -perfecta, envidiable- del Feinmann bueno en el suple de Radar. Al programa lo pasan los domingos 22 y 29 de abril y 6 de mayo, a las 19, en el Recoleta.
Ya me estoy comiendo los codos.

Y me los estoy comiendo, en serio.

Hay otras tantas notas memorables en el suplemento de Radar (¿cómo no mencionar a Bayer, otra vez explicándome el porqué de mi zona favorita?... ¿ustedes creen en alguna fuerza mística que nos acerque de alguna manera a los espacios donde haya quedado flotando la energía de personas que son nuestras?... Bayer habla primero de Walsh en Corrientes y Callao y ahora de Walsh en un bar de Corrientes y Uruguay... y yo no dejo de sorprenderme... de encontrar alguna explicación espiritual a mi preferencia por esas esquinas y esos bares... No creo en ninguna institución religiosa, ni en la salvación eterna, ni en el paraíso, pero creo en las personas. Y que una de las personas en las que más creo se haya movido tantas veces por esos lugares a los que me siento atraída constantemente no deja de resultarme agradablemente sorprendente).

Más adelante se vendrá algo sobre "la palabra justa", asunto recurrente en estas notas de Radar - interesante y preocupante, todo al mismo tiempo.

Y ahora los dejo con Feinmann.

Cuando Walsh estaba en la tele
Por José Pablo Feinmann
En 1984, en ATC, se daba un ciclo llamado “Cuentos para ver”. Eran adaptaciones de cuentos de autores argentinos hechas también por autores argentinos. Escritores que adaptaban a escritores. Tenían un elenco importante. Estaban Ricardo Darín, Arturo Maly, Inda Ledesma, Susú Pecoraro, Héctor Bidonde, todos así, buenos, eficaces actores. Una de las emisiones la dedicaron al cuento de Walsh “Esa mujer”. Lo adaptó Carlos Somigliana. Se abre una puerta y entra Darín. Dice: “Soy Walsh”. Walsh, luego, está en la sala del coronel, que le convida un whisky. Igual que en el cuento. Somigliana, con buen criterio dramático (que a él le sobraba), lleva la acción a otros ámbitos. Muestra la reunión en que le piden al coronel que se haga cargo del cadáver de “esa mujer”. Hay otros militares —de civil— en esa reunión. Uno propone tirar el cadáver al río. Otro, diluirlo en ácido. El coronel dice que la historia tiene importancia. Que no es posible quedar como monstruos ante ella. El que preside la reunión acuerda con él: “Hágase cargo”.
Arturo Maly hace la parte del coronel. Fuimos cercanos amigos con Arturo Maly. Escribí su necrológica en una contratapa de este diario. Se llamaba “Muerte de un gran actor desocupado”. Tres días antes de morir me había llamado para decirme que lo rajaban. Que no lo querían más en las tiras. Hacía años que se había colgado de las telenovelas. Incluso había viajado a Puerto Rico en busca de trabajo y, también ahí, había hecho telenovelas. Volvió y siguió haciéndolas. De tanto en tanto, una película. Una obra de teatro. Pero la tele le daba más guita. Y él quería vivir sin sobresaltos. Le gustaba lo que hacía y quería vivir de eso. Con los años, las partes que le tocaban y el deterioro de los sucesivos proyectos, siempre peores, progresivamente peores a partir de la menemización de la tele, lo fueron acostumbrando a no esperar nada bueno. A buscar lo bueno en otro lado: en el teatro, sobre todo. A veces, en el cine. Una noche estábamos comiendo. También estaba Patricio Contreras. Solíamos comer los tres. También Juan Cosín. “Club de Tobi”, le habíamos puesto a nuestro grupo de varones solitarios y conversadores. Tobi era, no hay por qué recordarlo, el amigo de la pequeña Lulú, una niñita de los dibujos animados y las revistas mejicanas de los cincuenta. Tobi y sus amiguitos se habían construido una cabañita y ahí se reunían. En la puerta de la cabañita, un cartel: “No se admiten mujeres”. Eran tiempos inocentes.
No sé cómo salió el tema. Creo que Patricio lo felicitó a Arturo por algo que había hecho en un unitario, en otra tira en que laburaba, y hacía de padre o de tío de alguna estrellita, que era, desde luego, la protagonista. Pero a Arturo siempre lo ponían porque daba lustre a la pavotada. También ponían a María Rosa Gallo. Una vez la escuché contar: “Los galancitos y las chicas no saben nada de actuación. ¡Pero se dan unos besos!”. Era ya pleno menemismo y la basura avanzaba, incontenible. Arturo le agradeció a Patricio y después, un poco sorpresivamente, dijo: “Yo hacía otras cosas en televisión”. Seguimos comiendo. Era una comida más. Nadie esperaba nada especial. Hablábamos de cine, de literatura o de política. Siempre puteábamos a Menem. Pero era una descarga inútil. Sabíamos que iba a ser eterno. O eso pensábamos, que es lo mismo. “Yo hice Walsh”, completó Arturo. Ahora sí: la cosa se puso pesada. Porque Arturo tenía los ojos con un brillo raro, como si tuviera lágrimas ahí, pero retenidas. Que no las quería largar, digo. “Yo hice ‘Esa mujer’”, dijo. “Hice el coronel”.
El coronel se hace cargo y busca el cadáver. El cadáver aparece sobre una larga mesa y uno no lo puede creer. Impresionante: es ella, es esa mujer. El coronel lo mira; la cámara se acerca a su cara. Arturo mira el cadáver y su máscara conmueve, está frente a la historia, frente al mito, frente a la reina de los humildes, del obrero que lo ayuda a clavar el cajón. “Ella hizo mucho por ustedes. Yo respeto las ideas. Yo la voy a enterrar como cristiana”, dice el coronel, que es Arturo. O sea, dice Arturo. Arturo tiene unas bolsas bajo los ojos, unas bolsas que ahora se le ven más que nunca porque soportan una mirada de piantado inconmensurable. El coronel está loco. Arturo también porque él es el coronel. Se le metió adentro y lo saca por los ojos, por el modo en que se para frente al ventanal, paranoico a rabiar, esperando, vigilando a los que, no duda, lo vigilan. Ya le pusieron una bomba y su hija quedó mal. Cuando Arturo se para junto al ventanal la cámara lo toma de perfil. Arturo alza la barbilla y hace un gesto desdeñoso con la boca. “Esos roñosos”, dice el coronel, dice Arturo, escribe Walsh. “Me llaman a cualquier hora. A las tres de la madrugada. A las cinco. Cambié tres veces de número de teléfono. Pero siempre lo averiguan.” El coronel suda. A Arturo le brilla la frente. Sigue bebiendo su whisky. Darín no se parece absolutamente en nada a Walsh, pero no importa. Tiene una dicción formidable, aquí, ya en 1984, cuando todavía no era “Darín”. Walsh le pregunta a Arturo: “¿El Viejo sabe?”. Arturo sonríe. Se le achican los ojos, muestra los dientes, gozoso o burlón. Arturo dice: “Cree que sabe”. Walsh se pone nervioso. Quiere el reportaje, fue para eso. Ahora, de pronto, Arturo está otra vez junto a ella, mirándola. Ella es perfecta. No sé cómo lo hicieron. Era 1984, no había efectos computarizados. No había nada. Las ganas de hacer un cuento de Walsh en la tele. Las ganas de que la tele no fuera solamente basura, una cloaca habitada por maleantes, por turritos de Arlt. Ella es tan perfecta que es ella. Ella es ella. Arturo la mira y tiene en los ojos un deslumbramiento, un metejón maligno. Se está enamorando de un cadáver. Walsh insiste: “Hay que escribirlo, publicarlo”. Arturo ni lo mira a Walsh. Se lo ve cansado, remoto. “Sí”, dice. “Algún día”. Algún día, se me ocurre, alguien hará algo con este material. Lo pulirá y, si tiene pelotas, lo va a pasar por Canal 7 para todo el país y todo el país va a ver qué tele se hacía en 1984, hace muchos años, cuando la democracia empezaba y todo iba a ser mejor. Cuando Somigliana adaptaba a Walsh, que se desespera cada vez más, que dice: “¿Dónde, coronel, dónde?”. Arturo, que se había sentado, se para. Qué actor, qué gran actor era Arturo Maly, y le hicieron hacer telenovelas y lo echaron porque tenía sesenta y dos años y le dijeron que estaba viejo y le dio un paro cardíaco en no sé qué hotel haciendo una gira con no sé qué obra. Ahora ni lo mira a Walsh. Lo ignora, se mete para adentro, se mira en su interior y nadie sabe qué ve. Pero casi seguro que la ve a ella, porque ella está ahí, se le hundió en las entrañas y lo está devorando, le come la cordura. Walsh piensa que si Arturo lo mira, que si el coronel lo mira, le va a preguntar: “¿Y usted quién es? ¿Qué hace aquí?”. Pero no. No se lo dice ni en el cuento de Walsh ni en la adaptación de Somigliana. Walsh, es cierto, cree que se lo va a decir pero no se lo dice. Arturo se aparta y queda abstraído, lejos. Walsh se va. Pero la voz de Arturo, como una revelación, lo alcanza. Porque el coronel, porque Arturo, simplemente, dice: “Es mía. Esa mujer es mía”.
—Puta madre —dice Arturo—, las cosas que hice en televisión y la mierda que hago ahora.
Sigue comiendo.

martes, 27 de marzo de 2007

Una peculiar situación de tránsito

"La tensión entre el pasado y el futuro propicia una peculiar situación de tránsito. El tiempo simula detenerse, los personajes flotan en una cierta indeterminación, sólo las certezas ineludibles de la edad y el paso de las estaciones concretan y precipitan el fluir de los días, de los meses, que se diría que tienden a coagularse en una rara inmovilidad".
Hoy en el tren empecé a leer La gaviota, de Anton Chéjov, en una de esas ediciones de las mesas de las librerías de Corrientes. En este caso, una gallega, de tapas duras, publicadas para la venta con un periódico. Este es un fragmento del prólogo, de un tal Álvaro del Amo. Se refería, obviamente, a la dramaturgia de Chéjov pero, sin saberlo, también hablaba de mí.
Acá estoy, en una situación de tránsito, en la tensión entre el pasado y el futuro, atorada en una rara inmovilidad.


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Experimento.
No voy a hacerle caso a la gastroenteróloga. No voy a ir al psicólogo. No voy a tomar antidepresivos.
Busco respuestas en otros lados.
Escribo más que nunca.
Tomo clases de teatro (cuak).
Interrogo cosas nuevas.
Quise empezar un diario a fines de noviembre del año pasado. No prosperó. He aquí un nuevo intento, parecido pero diferente.
No sé si algún día voy a encontrarme.
Pero ahora por lo menos sé que me estoy buscando.